jueves, 23 de agosto de 2012

Día 16: Karatsu - Fukuoka




Salimos tardísimo. Nos sentimos tan a gusto con Joe, nuestro anfitrión, que nos lo tomamos con muchísima calma (tal vez demasiada teniendo en cuenta el día que nos espera por delante). Después de varios cafés al fin levantamos el campamento, montamos las bicis y nos dejamos caer ladera abajo durante 8 km. Así da gusto empezar el día. Mientras tanto, pensamos en la suerte que tuvimos de que Joe pudiera venir a recogernos con el coche, porque tengo serias dudas de que hubiéramos sido capaces de subir semejante cuesta el día anterior.

Llegamos hasta el pueblo de Karatsu, coronado por un castillo que domina toda la bahía. Hace un tiempo todo Japón estuvo cubierto de castillos. La mayor parte de los que se pueden visitar ahora son reproducciones modernas, pero siempre es agradable ver su silueta recortada sobre la colina.

Siguiendo las recomendaciones de Joe, nos apartamos de la vía principal y atravesamos un pinar de esos que no hay en España. Los árboles han crecidos con las ramas retorcidas y hay un satuario shinto en el centro del bosque. Un lugar ideal para hacer una paradita y echar unas fotos. Pero hay que seguir.

Según dejamos atrás el pinar, nos adentramos en una carretera muy estrecha, con el arcén en muy malas condiciones y con demasiados camiones como para disfrutar de las vistas. Empieza la parte más fea del camino, que se extenderá por una buena franja del norte de Kyushu. Y lo más preocupante, la bici de Gabriel comienza a hacer ruidos extraños. Limpia la cadena, la engrasa de nuevo, y sigue sonando mal. Finalmente, desmonta la rueda para observarla con más detenimiento y el chequeo nos devuelve malas noticias: el casete (donde están los piñones, en la rueda trasera) está flojo o desviado, y nos falta justo la llave que se necesita para apretarlo. No sabemos cuánto aguantará en ese estado. Pero hay que seguir.

Tras un día de pedaleo, llegamos Fukuoka, la ciudad más grande del Kyushu. Tardamos más de dos horas en cruzarla, buscando la casa de nuestra anfitriona de hoy. Pero las nubes que ya habíamos visto a lo lejos cumplen con lo prometido, y cuando llegamos a la ciudad nos cae semejante tromba de agua que tenemos que refugiarnos durante un buen rato en una parada de autobús. Estamos mojados; agobiados por el tráfico de coches, personas y bicicletas; un poco perdidos y hambrientos. Pero hay que seguir.

Y así lo hacemos hasta que, ya de noche, encontramos la casa. Se trata de una mujer que ha acogido a más de 300 personas. Y es que hay gente que cuando prueba Couchsurfing no puede evitar dejar la puerta de su casa abierta.

Han sido casi 80 kilómetros. A dormir.












2 comentarios:

  1. Parece que la bici de Gabriel tiene probemas debeis solucionarlo pronto es una parte importante o buscar un taller que os la solucionen, que zonas bonitas os estais encontrando,seguir disfrutando de todo el viaje como hasta ahora,abrazos Jose

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  2. qué envidia me dais, no sé las veces que os lo he dicho ya.Sitios de ensueño que suerte.Cuidaros mucho.Merche

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