jueves, 30 de agosto de 2012

Día 23: Higashihiroshima - Shimanami Kaido




Nos despedimos de Koubun y sus compañeros de piso y comenzamos la etapa de la mejor manera posible: cuesta abajo. A lo largo del viaje hemos tratado de diseñar las etapas de manera que podamos visitar las cosas más interesantes pero procurando seguir la línea de costa, con la esperanza de no destrozarnos las piernas con el desnivel acumulado. Según pasan los días, el cuerpo se va acostumbrando a las cuestas. Viajar en pareja también puede ayudar aunque, como todo, tiene sus ventajas y sus desventajas. Parece que las cuestas se suben mejor, aunque la fuerza poderosa que te impulsa a seguir adelante la mayoría de las veces no es el amor… sino el orgullo. Y ésta es un arma de doble filo, un sentimiento que en muchas ocasiones no sirve para nada. Poder compartir una experiencia así con tu pareja es una suerte maravillosa pero cuando vienen los días malos, cuando el cansancio hace mella, cuando el calor te derrite el sentido común, pagas tus frustraciones con la única persona que tienes al lado. Y como bien señalaba Alicia en la página de Rodadas, cuando discutes con tu pareja en tu casa, puedes coger la puerta y marcharte a dar un paseo… pero en ruta no hay escapatoria posible. Por eso es muy importante de vez en cuando tener tiempo para hablar, para coordinar las etapas y el modo en que se van a afrontar, acoplar el pedaleo de cada uno y guardar en la alforja ese orgullo inútil. Hoy es un día para todo esto.

Seguimos nuestro camino desde Higashihiroshima hasta Onomichi por una carretera bonita, pero transitada por todos los camiones que hay en Japón. Algunos (pocos) camioneros nos pitan, unos para darnos ánimos y otros para meternos prisas; otros, no se molestan en guardar ninguna distancia de seguridad con nosotros, y sufrimos el rebufo; y luego están las personas especiales, ésas que nos estamos encontrando a lo largo de todo el camino: un camionero nos pita y se detiene unos pocos metros más adelante, esperándonos. Cuando llegamos, sale de la cabina con una botella de Aquarius y una sonrisa de oreja a oreja. Nos refrescamos y comentamos en japinglish nuestro viaje. Esta gente es increíble.

Cuando llegamos a Onomichi, damos un breve paseo por sus calles. Para variar, se nos hace tarde. La idea era quedarnos hoy más o menos por la mitad del Shimanami Kaido, una ruta indicada para recorrerla en bici, de unos 70 km, a lo largo de una serie de islas que unen la gran isla de Honshu con el Shikoku. Nos decepcionan un poco porque se vende como un carril bici, un camino ideal donde no te molesta el tráfico que contamina. En realidad, no se diferencia demasiado de cualquier otra carretera con un carril bici al lado, que tantas veces hemos recorrido en Japón. Aunque es cierto que se agradece el hecho de que está muy bien asfaltado y hay muy pocos coches, si bien es verdad que tampoco es la ruta más bonita de Japón, ni la más pintoresca. Lo más espectacular son los puentes que conectan las islas, auténticas megaconstrucciones.

Se nos está haciendo de noche y no tenemos ni comida ni dónde dormir. El próximo camping está a unos 15 km. Tampoco es un camino especialmente salvaje para hacer acampada libre. Decidimos continuar hasta encontrar algo de comer y deshacer los últimos kilómetros recorridos para volver al camping que hemos pasado hace un rato. Como nos ocurrió en Miyaijma, éste también está cerrado. No podemos disfrutar de la ducha, pero acampamos en una bonita pradera junto a la playa y cenamos bajo la luz de la luna llena.





1 comentario:

  1. ya entiendo eso de los malos dias,es todo un reto de pareja.Animo.Merche

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